viernes, 11 de abril de 2014

Atlético de Madrid vs. Chelsea: Courtois entre dos aguas.

Mientras los blancos están preocupados del potencial ofensivo del Bayern, enfrentarse de nuevo a Guardiola y el hecho de que sea, otra vez, un equipo alemán (históricamente se les ha dado mal, pero este año ha superado dos eliminatorias frente a equipos de este país), los atléticos tienen la cabeza ocupada con su portero titular.
Thibaut Courtois llegó en calidad de cedido al Atlético de Madrid hace tres años, los mismos que lleva siendo propiedad del Chelsea. Tanto es así que ni siquiera ha jugado en el club londinense; el mismo día que fue fichado, se cedió al del Manzanares. Teniendo a Cech, convenía que compitiera hasta que el checo bajase el nivel.
Tres temporadas, una por una siendo volviendo a Madrid, consiguiendo títulos en un club que históricamente ha sido un referente en Europa, y que desde hace treinta años ha ido intercambiando éxitos y fracasos de igual manera. Pero desde que llegó él no, el equipo ha tenido una clara mejoría, llegando a su culmen este año, en el que, a falta de seis jornadas es el líder de la Liga española (y Thibaut como portero menos goleado, trofeo que ya ganó la temporada pasada) y están entre los cuatro mejores clubes de Europa, en semifinales de Champions League. A pesar de su juventud, está considerado, si no el mejor, de los mejores del mundo. Pocos dudan el cariño que tendrá el portero al club donde juega, y más comprando con el que es su propietario, por todo lo pasado, y lo que da la afición rojiblanca, a todo el equipo y al belga en concreto.
Pero la carrera deportiva es la carrera deportiva, nada que ver con los sentimientos. Courtois ha renovado con el Chelsea con la condición de jugar la próxima temporada de nuevo en el Atlético de Madrid. Sería la cuarta. En la siguiente, a priori, será cuando sustituya a Cech, titular de los Blues.
Para rematar, hoy el sorteo para las semifinales de la Champions League ha tenido la gracia de enfrentarlos. Después de que el Atlético de Madrid les ganara la Supercopa de Europa de 2012 con un espectacular partido del belga, el conjunto de Stamford Bridge, supuestamente, puso una cláusula en la que si el portero se enfrentaba a ellos el club colchonero debería pagar unos tres millones de euros. Hoy mismo, antes incluso del sorteo, ha sacado un comunicado diciendo que no permite que eso no está permitido en una de sus competiciones, pero los dirigentes del club llevan diciendo días que no jugará.
Teniendo en cuenta tan importante cita, es posible que ni siquiera sea conveniente que juegue. Pocos dudarán lo mínimo entre Aranzubia y él, de su calidad, su seguridad bajo los palos y su saber estar. Pero aún así, es una situación muy difícil. En el supuesto de que consiguiera jugar, el joven jugador belga se vería entre la espada y la pared, muy presionado, entre defender el club en el que ha triunfado, que sin duda quiere o entre el que es su dueño y su futuro. El subconsciente le puede jugar una mala pasada, y quedaría señalado, hiciera lo que hiciera. Si se eliminara el Atlético de Madrid por un fallo suyo, le afectaría para el tramo final de temporada y para el año que viene, y si hiciera un partidazo, para el año que viene, no creo que fuese muy bien recibido. Seguro que ha sido la persona que más ha padecido al ver el emparejamiento.
Su frialdad se ve variada cuando habla del tema a los periodistas, se percibe que no está a gusto y lo evita siempre que puede. Y recordemos, sólo tiene veintiún años. Son las cosas negativas de pertenecer a un equipo y jugar en otro, que estás entre dos aguas y ninguna de la corriente te llevará a un destino idílico.

miércoles, 9 de abril de 2014

El árbol de navidad cae en Dortmund

Ayer, dos cosas hicieron que el Borussia Dortmund bajara la intensidad y se quedara con dos goles en el marcador.
La primera, y posiblemente la más importante, es el cansancio. La primera parte que hicieron los de Klopp fue bestial, implantando un ritmo incesante que les pasó factura a mediados de la segunda.
La segunda circunstancia, es los cambios de Ancelotti. El primero fue el de Isco por Illarramendi. Pocos estarían en desacuerdo ya que, el vasco había cometido unos cuantos errores, uno de ellos costó el segundo gol de Reus. Esto provocó que Di María atrasara su posición al mediocentro para no perder el trivote paralelo en ese lugar del campo. Isco, el jugador número 12, por lo menos desde la lesión de Jesé, aportaría lo que precisamente le faltaba al Madrid: control del ritmo del partido. Xabi Alonso, desde su lesión de pubalgia ha bajado mucho su rendimiento y Modric no es el de casi toda la temporada; un box to box que creaba igual de bien que destruía. Sin hacer nada del otro mundo, el de Arroyo de la Miel cogía el balón, paraba el ritmo, oxigenaba y pasaba a quien estaba sin ningún rival cerca y le diese tiempo de pensar lo suficiente para no perder el balón. Eso que tan extraño parecía en la primera parte. El segundo cambio, ya en el 73, fue Casemiro por Di María. Con Xabi fundido y Modric medio desaparecido se necesitaban pulmones. Casemiro, ese jugador que maravilló en la pretemporada y que posiblemente jugó más entonces que en las competiciones oficiales. Fue una bocanada de aire fresco en los últimos quince minutos a pesar de hacer que el equipo se fuese un poco más atrás. El tercero fue con el 90 cumplido. A Ancelotti no se le ocurrió otra cosa que quitar a Benzema para poner a Varane. Si el Borussia hubiera metido el tercer gol dando paso a la prórroga a ver cómo hubieran resistido atacando con tan sólo Isco y Bale.
Hablemos de la disposición táctica del Madrid, es decir, del árbol de navidad. Yo juraría que al comienzo de temporada no se jugaba así, y que empezó cuando el entrenador publicó el libro con ese mismo título: "Mi árbol de navidad". Es decir, el 4-3-2-1. Cuatro defensas, lo normal, dos centrales y un lateral por cada lado. Tres centrocampistas, en realidad, tres mediocentros literales, es decir, sin interiores, aunque se coloquen en los lados, pero sin alejarse demasiado del mediocampo. Dos extremos en la línea de mediapuntas, porque en ningún momento son mediapuntas, se puede decir que en ningún momento unen los mediocentros con los delanteros, y apenas se alejan de la banda si no es para entrar en el área. Y un punta. Olvidemos la línea defensiva y comencemos por la línea de mediocentros. Ni inician la presión, porque los tres de arriba no lo hacen, simplemente esperan a que lleguen a su posición para hacerlo. Y muy a menudo se repliegan casi hasta llegar a la línea de zagueros. Tanto que Xabi Alonso ha vuelto a parecer un tercer central, de lo que se coloca entre ambos, ya sea para sacar el balón o para defender. Esto provoca que el rival tenga hasta por lo menos el medio campo para pensar, con lo que con un pase en largo a la espalda de los defensas cause problemas. Al no haber un mediapunta, el mediocentro no tiene ninguna oposición para crear, además de no tener a nadie a quien defender, así se dedica a ayudar a sus compañeros.
Y ahora hablemos de atacar. A pesar de las tres balas que suele tener arriba (Benzema, Bale y Cristiano), el Madrid la saca tocando desde la defensa. Son jugadores con muy buen toque de balón, pero si te presionan desde la defensa es fácil que pierdan el balón. Illarra, quizás sin tan bueno como el resto de sus compañeros, y que no suele jugar, tuvo varios fallos importantes. Di María, que siempre ha jugado de extremo, con la lesión de Khedira, se coloca en la línea de tres. Si mira para arriba va muy bien, pero como tenga que mirar hacia atrás, puede tener problemas. Además de su nerviosismo en el campo, que en la banda le viene como anillo al dedo pero a la hora de crear no es una virtud. Por lo tanto, el Madrid siempre avanza por las bandas, con ayuda de los laterales que conectan con los extremos o que hacen que estos puedan meterse en el área: todos conocemos la habilidad de Carvajal para subir la banda y Coentrao, si está bien, cumple, tanto arriba como abajo, pero en el club blanco todavía no ha terminado de demostrar nada. Siempre se echa de menos la bendita anarquía de Marcelo donde, en la actual táctica, suele estar más adelantado que el propio Di María. Pero sin nadie por el centro. Benzema a veces hace esa función. El francés no es un 9 puro, ni mucho menos, y le gusta tocar el balón, asociarse y moverse, mucho más que rematar. Precisamente lo mejor que tiene de cara al gol es el disparo desde el borde del área, incluso más que el propio remate. Ha mejorado en la labor, pero es un futbolista que piensa más en el pase que en el gol, no es un depredador del área y eso es muy difícil cambiarlo, por mucho Mourinho o Zidane que estén a su lado. Provoca muchas ocasiones de gol, fallando la mitad de oportunidades. O más. Y eso en el Madrid pesa mucho para ser la referencia ofensiva del equipo. Se le puede disculpar con que es muy difícil ser el goleador con Cristiano Ronaldo al lado, pero cuando el portugués no está tampoco varía en demasía su rendimiento. Como ayer.
La pérdida del 4-2-3-1, es decir, quitar un mediocentro para colocar a un mediapunta detrás del punta, provoca que se acule más el equipo, tenga mejor guardadas, a priori, las espaldas, y que se acumule mayor número de jugadores atrás. Pero poco más. Aleja a los tres de arriba del resto del equipo, poniendo a siete jugadores por detrás del balón, tanto para defender como para atacar, dejando treinta metros de campo sin ocupar. Ese mediapunta conectaba, enlazaba los mediocentros con los delanteros, y más si se tiene a alguien como Isco para hacerlo. (Soy subjetivo con este jugador, pero si se colocase a otro jugador ahí, por ejemplo Modric, daría un resultado parecido). Además que provoca más variantes y situar mejor a los jugadores, facilitando la asociación (tan necesaria para Benzema) y abriría más huecos para Cristiano, Di María y Bale.